I
Hay una vida,
de mentiras ocultas
bajo tarjetas de crédito,
no es malo,
tan sólo vacíos.
II
Muestrario de supervivencia,
cadalso olvidado
entre pedregosas montañas
que escalamos, ciegos,
y esos fósiles quietos
que ahora se descubren
en la altitud.
III
Tras las voces,
que conjuran el atardecer,
en la angustia del miedo,
caminar
a casa, solos,
con las voces en ruinas,
que subsisten, sonriendo.
Mundo oscuro
trashumante y bélico,
estrellas lanzadas
sobre la luz de la tarde,
toda la podredumbre
que arrastra el olvido,
tan sin mover un dedo,
aquí seguimos
Baldosas que flaquean,
idas y venidas,
apuradas luces
de escaparates fríos,
rebajas que rebajan,
cuerpos arrastrados
deliberando por rincones.
VI
Pierdes las pistas
de las normas,
que dirigen el sentido.
No tienes voz,
ni siquiera amigos.
VII
Aquí estamos, sentados,
sedientos de venganza
entre los grises de las tardes,
los gatos pardos,
las gaviotas chirrionas,
aquí sentados. A ver,
si de una vez por todas
dejan las nubes de aplastarnos
en
las turbulencias
del pensamiento.
La tierra te llama, arrastrado
por ese tiempo, despeinado,
no encuentras enlaces,
el día y la noche, locura,
la memoria que falla
como las ganas de comer
y los esfínteres.
La depresión,
es un acto de rebeldía,
el cuerpo se detiene,
la mente descifra,
cuanto de verdad tengo
en el interior,
cuanto de mentira
en lo que expongo,
y cuanto de cansancio
de tanto darse explicaciones.
X
Media tarde, verano,
una canción francesa
y una calle desierta,
bajo paredes desconocidas,
sus ojos blancos abiertos,
sus sueños ciegos,
en el país que les niega
